jueves, 18 de febrero de 2010

joven dragón/niña

En aquel lugar des conocido dentro de una extraña cueva donde habían tipo como toboganes extraños, y abajo agua no muy profunda,
Existía un joven dragón chino incapaz de bolar a grandes alturas o equilibrarse en el aire


Y por lo visto era el guardián de unos niños huérfanos o casi; allí había un hombre y una mujer (que no era muy amable con los niños).
Un día, con un cielo colorido como en la mañana o en la tarde. Los niños eran castigados por la mujer; hasta que el joven dragón interrumpió e izo que los peques rápidamente se subieran a los toboganes de agua.
Uno de ellos estaba cortado y el se puso en su lugar aunque le doliese cuando los niños pasaban por arriba suyo, sin querer atendió a otro niño que pasaba por su hocico, y quito una parte de su espalda del tobogán, haciendo que una pequeña y tierna niñita, se frenara, pero otros niños que venían de atrás la empujaron sin querer y la niña cayo al agua casi profunda para ella.
El dragón rápidamente sujeto con sus manos a la nena, sacándola del agua, (como es casi obvio, los otros niños se reían de los llantos de la niña) y apoyándola en una roca.
Intentando animarla, hiso que se montara a su cuello e intentaba bolar como todo dragón chino tocando con sus patas, la superficie de los posos con agua; con una sensación única de cabalgar por el aire, rozando el techo de la cueva; pero en unos instantes esa felicidad duro poco, los niños mas la mujer, los miraban con cara de envidia y odio (departe de la mujer).



Lo horrible y misterioso del dragón, es que se podía oír los pensamientos de los demás en forma brusca y sin sentido. Él no soporto estar en aquella cueva donde las malas emociones rebotaban constantemente.
Al no soportarlo, el dragón le dijo a la tierna niña, si quería ir al sitio donde nació; y así intentaron escapar de aquella cueva, donde los niños y la mujer se asemejaban más a demonios.



El hombre volvía de una no muy exitosa pesca en un bote de madera; estaba apunto de entrar a la cueva, cuando de repente surgió de allí el joven dragón, ignorando su falta de aprendizaje en bolar y la profundidad infinita del rio de agua dulce; por un momento ellos estaban fuera de la cueva, pero el corazón del dragón empezó a dejar de palpitar e inevitablemente cayo al agua.


Mientras que él se hundía, no dudo ni por un segundo en esforzarse por sujetarse de la orilla del rio, intentando llevar a la superficie a la pobre niña, donde el hombre la sujeto y con una lágrima cayendo de su rostro, miro como el dragón se hundía en lo profundo del rio.
Al darse cuenta, la niña no respiraba ni tenia signos de palpitación, pero aquella, se desvaneció dejando como un extraño polvo dorado, que tiño el rio, pero solo por unos instantes.
El hombre sonrió, se monto en su bote y partió hacia otro destino; mientras tanto dijo:
Espero que estén mas libres, en el lugar donde naciste y que puedas bolar como soñaste con tu jinete alado.
M.A.

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